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Hermeticidad en construcción: el aliado silencioso de la eficiencia energética

  • Writer: MANTENTE
    MANTENTE
  • Sep 15
  • 4 min read
Hermeticidad en construcción: el aliado silencioso de la eficiencia energética

La hermeticidad en los edificios se ha convertido en un factor clave para lograr viviendas y espacios eficientes. No se trata solo de aislar; es garantizar que la envolvente —fachadas, ventanas, puertas— impida infiltraciones de aire, filtraciones de agua y condensaciones, protegiendo tanto el confort como la integridad del inmueble.

La envolvente de un edificio funciona como barrera entre el interior y el exterior. Cuando no está bien sellada, permite que el frío o el calor se filtre, aumentando la demanda de calefacción o refrigeración. Además, la humedad escondida detrás de los materiales puede generar daños estructurales, aparición de moho y problemas de salud para los usuarios.


¿Qué implica realmente la hermeticidad?

La hermeticidad se refiere a tres conceptos esenciales:

  • Hermeticidad al aire: reducir al máximo las corrientes de aire que entran o salen por juntas, fisuras, encuentros entre materiales o aperturas mal selladas.

  • Estanqueidad al agua: evitar que el agua procedente de lluvia, filtraciones o por capilaridad penetre en los cerramientos, muros o techos.

  • Control de vapor: estabilizar la difusión del vapor de agua para impedir condensaciones intersticiales que dañan materiales constructivos.

Cada uno de estos componentes juega un papel decisivo en el rendimiento energético, la durabilidad de los materiales y la salud del ambiente interior.


Beneficios tangibles de una envolvente bien sellada

Implementar una envolvente hermética trae ventajas directas:

  1. Ahorro energético: menos infiltraciones implican que los sistemas de calefacción y aire acondicionado trabajan menos, reduciendo consumo y facturas.

  2. Mejor confort climático interior: temperaturas más estables, sin corrientes, sin frío o calor repentinos.

  3. Protección estructural: evita la degradación de componentes afectados por humedad, filtraciones o condensaciones.

  4. Salud y bienestar: moho, hongos y humedades impactan directamente en la calidad del aire y pueden desencadenar problemas respiratorios.


Materiales y soluciones: ¿qué usar para lograr hermeticidad?

Para garantizar una envolvente realmente hermética, conviene considerar materiales y detalles constructivos muy específicos:

  • Carpinterías exteriores de altas prestaciones, con baja permeabilidad al aire. Las ventanas se clasifican según estándares UNE, donde las clases van desde C1 (más permeables) hasta C4 (menos permeables).

  • Membranas y selladores: membranas impermeables al aire y al agua, además de barreras de vapor o láminas transpirables que permiten el paso del vapor desde el interior, evitando humedad atrapada.

  • Espumas de poliuretano para rellenar grietas y huecos entre marcos de ventana y cerramientos.

  • Selladores elastómeros y masillas para juntas con movimiento (dilataciones térmicas, vibraciones, etc.).

  • Cintas herméticas (autoadhesivas o autoexpansibles) que aseguren continuidad entre elementos, especialmente en encuentros entre ventana y muro o alrededor de bajantes, chimeneas o pasatubos.

Incluso las zonas sospechosas —como juntas estructurales, puntos singulares, encuentros de materiales distintos o perforaciones— deben sellarse con precisión y materiales de calidad.


Qué exige la normativa hoy

El Código Técnico de la Edificación (CTE) regula la hermeticidad tanto en aire como en agua. En concreto:

  • El Documento Básico de Salubridad (HS) obliga a prevenir filtraciones de agua o humedad mediante cerramientos, barreras de vapor cuando sea necesario y protección frente a precipitaciones y humedad del terreno.

  • El Documento Básico de Ahorro de Energía (HE) define exigencias para controlar la demanda energética, incluyendo valores límite de permeabilidad al aire de huecos y el indicador n50, que mide cuántos cambios de aire ocurren por hora bajo una presión de 50 Pa.

Para edificios nuevos residenciales con superficie útil mayor de 120 m², estos ensayos son obligatorios. Entre ellos, los conocidos como blower-door, que evalúan la hermeticidad al aire midiendo infiltraciones reales bajo condiciones definidas.


Consecuencias de ignorar la hermeticidad

Cuando se descuida este aspecto, los efectos pueden ser graves y costosos:

  • Aumento significativo de la factura energética al exigir más demanda de calefacción o frío.

  • Disminución del confort térmico: zonas frías o calurosas, corrientes de aire molestan, ruidos externos entran sin control.

  • Humedad oculta: condensaciones, mohos, daños en aislantes, corrosión o deterioro de acabados.

  • Problemas de salubridad y calidad del aire interior.

Incluso puede comprometerse la durabilidad de la estructura si los materiales sufren deterioro por agua, humedad o cambio climático.


Cómo asegurar la hermeticidad: buenas prácticas

Para lograr una envolvente realmente eficiente, prácticas como éstas son clave:

  • Realizar un estudio previo que identifique todos los puntos de fuga potenciales y zonas críticas.

  • Utilizar materiales adecuados y homologados, con garantía de sellado y durabilidad.

  • Control firme durante la fase de montaje: ejecutar bien encuentros entre ventanas, puertas, juntas estructurales y pasos de instalaciones.

  • Realizar ensayos de hermeticidad, como el blower-door, luego de la obra para verificar que los sellos funcionan en condiciones reales.


En Mantente, diseño hermético desde el primer trazo

En Mantente creemos que la eficiencia comienza desde el diseño, no solo cuando termina la obra. Sellar bien un edificio no es aplicar una pintura ni instalar buenos vidrios: es trazar con rigor la envolvente, elegir materiales de calidad, ejecutar con precisión los detalles constructivos y validar con pruebas reales.

Si eres propietario, promotor o responsable técnico y buscas que tus proyectos cumplan con normativa, dejen de perder energía y mantengan un ambiente saludable, cuenta con nosotros.


Hermeticidad bien hecha significa más eficiencia, menos pérdidas, más confort y edificios que mantienen su valor por décadas.

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