Cómo exprimir al máximo tu aire acondicionado y caldera para ahorrar sin renunciar al confort

En un contexto de precios energéticos al alza y mayor conciencia medioambiental, saber utilizar correctamente los equipos de climatización del hogar se ha vuelto esencial. El aire acondicionado y la caldera son grandes aliados del confort, pero también pueden convertirse en los principales responsables de una factura abultada si no se optimizan adecuadamente.

El aire acondicionado: eficiencia que comienza con el mantenimiento

Antes de aplicar cualquier estrategia de ahorro, es importante identificar el tipo de aire acondicionado instalado: portátil, split, por conductos o con tecnología inverter. Cada uno ofrece prestaciones distintas y exige un uso adaptado.

La clave para un rendimiento óptimo comienza con el mantenimiento. Limpiar los filtros mensualmente y revisar la unidad exterior cada seis meses ayuda a mejorar la eficiencia y alargar la vida útil del aparato. A ello se suma la instalación de termostatos inteligentes, que permiten programar temperaturas en función de la rutina del hogar, evitando el consumo innecesario.

El aislamiento del hogar también juega un papel fundamental. Ventanas y puertas bien selladas, así como techos y paredes aislados, reducen la pérdida de aire frío y minimizan el esfuerzo del aparato. Las cortinas o persianas térmicas también ayudan a mantener la temperatura interior.

La caldera, un aparato que también puede ahorrar

Las calderas no son todas iguales: de gas, gasoil, pellets o eléctricas, cada una requiere un cuidado específico. El mantenimiento regular —como revisar la presión cada mes y limpiar el intercambiador una vez al año— es esencial para garantizar la seguridad y el buen funcionamiento del sistema.

Una de las recomendaciones clave es ajustar la temperatura del agua entre 60 y 70 grados, más que suficiente para el uso doméstico sin derrochar energía. Además, conviene usar el agua caliente de forma racional e instalar temporizadores para reducir el tiempo de funcionamiento del sistema cuando no es necesario.

Pequeños gestos que marcan la diferencia

Aprovechar las horas más frescas para ventilar, utilizar ventiladores para distribuir mejor el aire o desconectar dispositivos que no se usan son gestos sencillos que, sumados, contribuyen al ahorro. Cambiar los equipos antiguos por modelos más eficientes también puede suponer un salto cualitativo en términos de consumo y sostenibilidad.

En definitiva, optimizar el uso del aire acondicionado y la caldera no solo permite mantener un ambiente confortable todo el año, sino que también es una inversión en ahorro y responsabilidad energética.

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